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🇪🇸 El perro y el caballo

4.8
(4)

© 2023 JavierESP99

Parte 1 – El labrador

Me encontraba en casa de mi amiga Sandra. Aquel día iba a tener mi primera experiencia zoofílica con un perro.

Hacía ya unos meses que Sandra me había descubierto el mundo del sexo con animales, del que conocía muy poco con anterioridad. Nunca me había planteado tener sexo con un canino, pero mi amiga estuvo enseñandome contenido zoofílico y hablándome de sus experiencias dentro del mundillo.

Finalmente consiguió despertar mi curiosidad tras varias semanas, y allí me encontraba, subida a la cama junto a Sandra, ambas desnudas y liandonos cariñosamente.

– Creo que ya es hora de que entre nuestro invitado – Dijo la chica mientras se apartaba de mi y se dirigia a la puerta para dejar entrar al perro.

Rocko era un labrador bastante grande y enérgico, en cuanto vio que la puerta se abría, no dudo en correr hacia la habitación y acto seguido subirse a la cama. El animal, me daba lametazos en la cara y tuve que apartarlo un poco.

Sandra ordeno al perro que se sentará. El chucho le hacia bastante caso para no ser su dueña. Su auténtico dueño era un amigo de ella, que se lo solía dejar cuando el chico estaba ocupado y sin tiempo para dedicarle.

– No estés nerviosa Celia, te prometo que lo vamos a pasar en grande – Me dijo ella sin dejarme responder. Me tumbo en la cama y me planto un beso.

Luego se tumbo a lado mia abriendo las piernas.

– Déjalas abiertas como yo, así será más fácil que nos lubrique bien los coños –

El perro no tardó en reaccionar y sin decirle nada, el solito, aproximo su rostro al coño de Sandra y sacó su lengua.

– mmmm…eso es… buen chico…. – Suspiraba Sandra mientras el perro le lamía el clítoris.

Yo me tocaba mis partes esperando que el perro cambiase de alimento. Mi amiga estaba a lo suyo. Con los ojos cerrados y masajeandose los pezones disfrutando de la lengua de Rocko.

Después de varios minutos el perro se cansó de Sandra y pasó a jugar conmigo.

Para el chucho era un coño nuevo y lo primero que hizo fue olfatearlo mientras yo intentaba relajarme. Cuando ya decidió que había tenido suficiente, saco de nuevo su lengua y le dio un lengüetazo. Sentir ese primer contacto hizo que suspirase. El canino empezó a lamer más rápido, y yo a ponerme más caliente.

No lo hacía nada mal el condenado. Estaba claro que ya tenía práctica con Sandra. Me deje llevar y cerré los ojos como había hecho mi amiga. La sensación era increíble. Mis pezones se pusieron bastante duros y mi respiración casi iba al compás de la lengua del perro. Para darme más placer Sandra colocó su mano sobre mi teta derecha y la estrujó con fuerza.

– Uffff….mmm……- Jadeaba.

– Te gusta…mmm….. buena chica….. – Me decía Sandra jugando con mis pechos.

El magreo de mi amiga y el oral del perro duraron un buen rato. Tenía la vagina bien húmeda y llena de babas de Rocko. Perfecta para ser penetrada, pero no fue ese el siguiente paso.

Sandra tumbo al perro y comenzó a masajear su bolas, que pequeñas no eran. Tran unos minutos, el miembro del animal se empezó a crecer.

Diría que fue la primera vez que veía una polla de perro dura en directo. No se parecia en nada al miembro de un hombre. Esta era rosadita y con una forma bastante peculiar que no sabría definir.

Sandra no se lo pensó dos veces, se la metió directa en la boca. Sin lamer ni pajear, directa a la acción. Yo me quedé observando como lo hacia, para no hacer algo que pudiera alterar al chucho, pero viendo cómo comía polla mi amiga y que el perro estaba tranquilo, iba a ser difícil que el animal se enfadese con mi boca.

La chica seguía mamando como si hubieran pasado meses desde que no comia una verga. La respiración de Rocko era agitada. Yo miraba a mi amiga esperando mi turno.

– Toma, te toca – Dijo de repente Sandra sacándosela de la boca y dandomela a mí.

Agarre la polla con suavidad. Los nervios aparecieron y me pensé si hacerlo o no. Sandra al verme dudar, colocó su mano detrás de mi cabeza y la acercó con lentitud hasta el miembro de Rocko.

Cuando mi rostro se quedó a escasos centímetros de la punta, saque la lengua y di mi primera lamida a una polla de perro. Tenía un gusto salado, pero nada malo, así que continue lamiendo hasta que me anime a metermela en la boca.

Movía la cabeza rítmicamente a la vez que mi lengua saborea la verga del perro. Sandra me acariciaba el pelo disfrutando de mi oral.

– Te dije que te iba a encantar, ¿me equivocaba? – Pregunto, pero sin obtener respuesta. Mi boca estaba ocupada mamando al chucho.

Estuve un buen rato hasta que Sandra me dijo que estaba preparada para la penetración. Me indico que me pusiera a cuatro patas. Lo hice y la chica me realizó una última comida de coño para lubricar más la zona.

Rocko olfateaba mis partes íntimas mientras esperaba a que me montase y me convirtiese en su perrita. Sin previo aviso el perro se subió encima. Sus patas me abrazaban por los costados y daba embestidas intentando meter su polla dentro mi, pero sin éxito.

Sandra acudió al rescate. Agarro la verga canina e hizo de mamporrera guiándola hasta la entrada de mi vagina. Una vez hicieron contacto, el perro dio una embestida fuerte y me la metió hasta el fondo, acto que provoco un grito potente de mi parte.

Con la verga ya dentro de mi, me deje hacer por Rocko. El chucho embestía como si la vida le fuera en ello. Sabía que los perros follaban duro, pero no me esperaba aquello.

Mis gemidos se mezclaban con la respiración de Rocko y los suspiros de Sandra que se estaba estimulando el clítoris.

Tras casi siete minutos de follada intensa, Rocko no aguanto más y se vino dentro de mi. La leche me inundó la cavidad vaginal haciendo que suspirase de placer al sentir como me llenaba.

El perro tardó un par de minutos hasta que su polla menguó lo suficiente para soltarse por si sola. Yo continuaba a cuatro patas recuperando el aliento.

– ¡Vaya follada te ha pegado! – Dijo Sandra excitada. – Ni a mí me folla tan duro –

Rocko se bajo de la cama y se tumbo en el suelo. Para ser mi primera vez en la zoofilia y con un perro, había resultado muy placentera.

– Tu y yo vamos a hacer muchas cosas a partir de hoy – Dijo mi amiga sonriendome traviesamente.

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Parte 2 – El Pura Raza español

Miraba por la ventanilla del coche. Por mí cabeza pasaban un montón de cosas.

– ¿En que piensas? – Me pregunto Sandra.

Estábamos de camino a Extremadura. Allí una amiga de Sandra nos esperaba para iniciar el siguiente paso en la zoofilia. Íbamos a tener sexo con un caballo.

Hacía tan solo unos cuantos meses desde que tuve mi primera experiencia con el sexo con animales y ya querían que follase con un animal tan grande que me podría partir por la mitad si quisese.

– Tía, tu no te preocupes, te aseguro que no duele tanto como parece, lo digo por experiencia ya sabes. Puede que está primera vez si lo notes más incómodo, pero cuando lleves ya unas cuantas folladas, será como meterse una polla cualquiera – Decía mi amiga con la intención de tranquilizarme. Cosa que no cuajó.

– Dudo muchísimo que una polla tan grande no duela ahí dentro – Respondí exceptica.

– Tendrás que comprobarlo jaja – Me dijo soltando una risita.

El resto del trayecto se la paso hablando de sus experiencias con los caballos de su amiga, incluso tenía un favorito, y era ese, con el que íbamos a montarnoslo.

– Ya verás, te va a gustar mucho ese caballo – Comento Sandra mientras aparcaba el coche.

El sitio era una yeguada. Desde fuera no tenía mala pinta. En la entrada había una chica pelirroja que me recordó a Pipi Calzaslargas y de cerca aún más, porque tenía bastantes lunares en el rostro.

– ¿Que tal el viaje? – Pregunto la anfitriona sonriendo.

– Bastante tranquilo para ser un domingo – Respondió Sandra. – Mira, te presento a mi amiga Celia –

Nos dimos dos besos como es costumbre en España, luego nos invito a pasar.

Como yo era nueva, María me hizo un tour por el lugar. Vimos todas las instalaciones y estuvo explicando que su yeguada competía todos los años en SICAB, un evento para caballo de pura raza española y que varios de sus caballos habían ganado premios. Las disciplinas que se impartian en la yeguada eran la doma clásica y la vaquera.

Llegamos a los establos. Bien mantenidos y con muchos caballos. Me dijo el nombre de todos y me indico cuáles habían ganado concursos.

– Y este, es Pegaso – Dijo la pelirroja señalando a un caballo blanco, con la crin y cola espesa. Si le ponían dos alas de pega a los costados era clavado al animal mitologíco. Sin duda era un caballo hermoso.

-Mi favorito – Dijo Sandra mordiéndose los labios.

Así que este era el caballo que me iba a follar por primera vez.

– Jaja como te gusta Pegaso guarra – Le dijo María.

– Me llama guarra, alguien que se ha cepillado a todos estos caballos jaja – Le respondió mi amiga.

– ¿Enserio lo has hecho con todos? – pregunté sorprendida.

– Indudablemente – Respondió orgullosa.

– Bueno ya basta de cháchara – Añadió Sandra impaciente.

María, le colocó una cabezada especial al caballo y lo saco de la cuadra. El animal se veía fuerte y sano.

Sandra y yo seguíamos a la pelirroja y a su caballo hasta una zona más íntima de la yeguada. No había muchos trabajadores por la zona, pero de esta forma nos asegurabamos que nadie molestase.

Una vez en dicho sitio, María ato al caballo.

– Vamos a empezar estimulandonos primero nosotras – Dijo a la par que se quitaba la camiseta y luego el sujetador dejando ver sus grandes senos.

Sandra la imitó y se quitó también la camiseta y el sujetador. Ambas se acercaron y comenzaron a liarse. Hice lo mismo, y no tardaron en íntegrarme en el magreo.

Besaba a Sandra, luego a María, jugaba con los senos de una y luego con los de la otra, también ellas jugaban con los míos, y así un buen rato.

Más tarde pasamos a comernos los coños mutuamente. Había que dejarlos bien lubricados. Fue increíble cuando la pelirroja y Sandra me comieron el mío a la vez. Casi logran que haga un Squirt, pero me contuve.

Después de un rato María fue a por una bolsa y de ella saco varios consoladores. Nos dio uno a cada una.

Cada uno con el suyo, empezamos a estimularnos la vagina individualmente.

María lo hacía suave pero metiéndolo profundo, Sandra era más bruta y lo movía intensamente haciendo que sus gemidos se escucharan por encima de los nuestros. Yo en cambio tome la opción de hacerlo como María. Ir con suavidad y disfrutar de la penetración.

Con nuestros coños bien mojaditos, María dio por finalizado el proceso, ahora tocaba lo divertido.

– Ahora toca comer polla – Dijo Maria sonriendonos traviesamente.

Nos aproximamos al caballo y lo empezamos a acariciar. El animal era muy suave, nose que tipo de productos le echarían sobre el pelaje, pero no me importaria probarlo en mi cabello.

Sandra estaba deseosa y no aguanto más las ganas y se agacho.

El miembro del animal aún se encontraba recogido. Había que estimularlo. Mi amiga alargó el brazo y comenzó a masajear la zona. María y yo la imitamos y nos quedamos observando como acariciaba las partes íntimas de Pegaso.

Tardo lo suyo en reaccionar pero al final logro que el animal se empezará a poner caliente. La verga iba en aumento, no paraba de crecer ante mi atónita mirada. La tranca del animal era oscura haciendo un contraste curioso con el resto del cuerpo del bicho.

Sandra sonrió y agarro con firmeza el miembro, luego se lo fue acercando al rostro, saco la lengua y empezó a lamer la punta. María me ordenó que comenzase a trabajar el tronco.

Miraba nerviosa la enorme verga que tenía enfrente, iba a ser la primera vez que lamía polla equina. Con precaución me aproximé al tronco y cuando estuve lo suficientemente cerca, le di mi primera lamida.

No tenía un mal sabor, me lo esperaba muchísimo peor. Con la segunda lamida lo confirme, e inicie mi trabajo.

Sandra continuaba jugando con la punta y a ratos se la metía en la boca. La muy guarra lograba introducirse todo el glande.

María se unió junto a mi para dejar el tronco bien lubricado con nuestras babas.

Con el paso de los minutos rotabamos posiciones. Era mi turno de probar la punta de aquella monstruosidad de verga.

Ahora tenía el control. Sujetaba la polla, mientras las otros dos jugaban con el tronco. El primer lengüetazo a la punta me dejó un sabor similar a la orina en el paladar, pero no me freno en mi objetivo. Los siguientes se me hicieron más amenos.

María y Sandra suapiraban de placer mientras atacaban el tronco y los huevos del caballo. Yo gozaba del glande del animal. Con cada lamida me gustaba más.

Tocaba metérsela en la boquita. Sandra logro meter todo el glande, pero a mí me costo lo suyo meter apenas la mitad. No poseía una boca privilegiada como mi amiga. Al menos aguante varios minutos con la verga en la boca. Nada mal para ser la primera.

Volvimos a rotar. Ahora volvía a lamer el tronco junto a Sandra, mientras la dueña del animal, disfrutaba de la punta.

Se notaba que la pelirroja tenía más experiencia porque no tardó en llevársela a la boquita, logrando meter el glande a la primera y unos pocos centímetros del tronco. Me quedé flipando.

Se pasó un buen rato con la tranca en la boca.

– Vale, creo que ya se lo hemos dejado bien húmedo, ya sabeis lo que viene ahora – Dijo Maria entre jadeos, después de sacársela de la boca.

– Joder ya era hora, que ganas… – Comento Sandra acalorada.

– De normal no suelo hacerlo de esta manera, pero va a ser más cómodo para ti – Dijo Maria mirándome. – Ayudadme a colocar esto – Dijo señalando un bloque de paja.

Ayudamos a la chica y lo colocamos debajo del animal. La pelirroja también colocó una manta sobre el bloque. Eso ya parecia una cama.

– ¿Quién quiere ser la primera? – Pregunto María.

– !YOOO! – Contesto al instante Sandra.

– Como no…vale ya sabes cómo hacerlo –

Sandra se tumbo sobre el bloque de paja quedando boca arriba. Las vistas que tenía eran de la barriga de Pegaso.

Una vez lista, María agarro el pene del animal y lo empezó a frotar por el coño de mi amiga. Después de varios minutos comenzó a meterla.

Sandra suspiraba mientras la punta se intentaba abrir paso en su interior. El proceso tardo un rato hasta que se logro introducir el glande entero.

La chica apretaba los dientes y no paraba de jadear. María inició los movimientos de mete y saca haciendo que mi amiga gimiese con más intensidad.

Pegaso por su parte se encontraba bastante tranquilo y seguramente disfrutando del coño de Sandra.

Tras casi seis minutos de follada vaginal, María sacó la verga del interior de Sandra. Su vagina había quedado abierta de una manera que nunca había visto. Se podía meter todo el puño sin ningún problema.

Ahora era el turno de la dueña.

– Ahora vais a ver cómo se folla a un caballo en Extremadura –

Se colocó en la misma posición que la anterior y sin ayuda de nadie se metió ella solita el miembro del caballo. Me quedé insólita viendo cómo entraba a la primera dentro de su vagina. No había duda de que tenía mucha experiencia.

La pelirroja comenzó a pajear a Pegaso suavemente. Parecía que el animal conocía a la perfección el coño de la chica, porque se excitó más y dio alguna embestida.

María gemía de placer mientras movía la polla rítmicamente. A la muy cerda le había entrado más profunda que a Sandra.

Los jadeos se hicieron más fuertes con el pasar de los minutos.

– mmm…..siii…. que rica….-

La cara orgásmica de María me ponía muy cachonda. La guarra lo estaba gozando mucho. Movía las caderas incluso para conseguir que el animal sientiese más placer. Sandra aún se estaba recuperando del baile que le habían metido.

Estuvo un buen rato hasta que se la saco.

– Ahora toca la mejor parte –

No sabía a qué se refería hasta que vi como guiaba la punta hacia su agujero. Se lo iba a follar analmente.

En este caso a la pelirroja si le costó introducirla por el recto. Una vez logrado el objetivo tan solo duró tres minutos, pero los gemidos que pegó fueron dignos de una video porno.

Finalizado el anal, se la saco y me miró.

– Es tu turno querida – Me dijo con una sonrisa – Vas a tener suerte porque está casi a punto –

– Ufff, te va a encantar la leche equina – Añadió Sandra.

Por fin había llegado el ansiado momento. No había vuelta atrás. Me coloqué en la misma posición que las demás. Me daba mucho respeto estar debajo del caballo.

María hizo el mismo procedimiento que había realizado con Sandra.

Me gustó mucho notar el pene restregandose contra mis partes íntimas. Cuando llegó la hora de la penetración intente estar lo más relajada posible para facilitar la labor.

El proceso costo mucho. Mi vagina no estaba preparada para recibir tremenda tranca, y se confirmo cuando María conseguío meter el glande entero. Los gritos que solté no eran normales. Cargados de placer y de dolor. Sentía que me iba a romper. Pero no quise detenerlo. Ya había logrado entrar y no era hora de sacarla aún. María hizo los movimientos de mete y saca lentamente.

Pegaso estaba cerca y el cabron dio varias embestidas. Casi me desmayo, pero aguante de una forma que no sabía que podía hacerlo.

Finalmente después de casi cuatro minutos el caballo dio un último empujón y se corrió dentro de mi.

Notaba como la leche calentita me llenaba entera. El pene palpitaba frenéticamente descargando todo.

En un momento dado María no pudo sostener más el agarre y se salió sola de mi interior, haciendo que una cascada de lefa saliese del apunta y de mi cavidad vaginal. Pegaso relincho de satisfacción. Le había encantado.

Yo continúaba tumbada cogiendo aliento.

– Diossss, que pasada – Dijo Sandra.

Cuando me recuperé, me incorpore y le di unas palmaditas a Pegaso.

– ¿Te ha gustado? – Me pregunto María.

– Pfff, ha sido increíble – Respondi

– Pues cuando quieras repetir ya sabes dónde venir – Me dijo sonriente y guiñandome el ojo.

FIN

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